España se enfrenta a un nuevo desafío para la vida silvestre: la propagación silenciosa de la mangosta egipcia

Un pequeño carnívoro está transformando silenciosamente el ecosistema ibérico. Conocido como mangosta egipcia, este esquivo depredador se ha ido expandiendo por toda España, lo que ha alarmado tanto a los conservacionistas como a los cazadores. Aunque todavía no es una plaga, su creciente presencia ya está transformando la biodiversidad nativa y está provocando la adopción de medidas de control urgentes.

 España se enfrenta a la creciente amenaza de la invasiva mangosta egipcia

Un depredador sigiloso en ascenso

El Mangosta egipcia (Herpestes icneumon), que antes se limitaba a regiones específicas del sur de Iberia, ha extendido significativamente su área de distribución por toda España en las últimas décadas. Su expansión, ahora firmemente establecida en Extremadura, Andalucía, e incluso partes del centro de España, están levantando señales de alerta entre los ecologistas y los administradores de la vida silvestre.

Introducido originalmente o migrado naturalmente desde el norte de África, este depredador oportunista ha demostrado ser excepcionalmente adaptable. Se alimenta de una amplia variedad de presas, como conejos, liebres, aves, reptiles y pequeños mamíferos, lo que le ha permitido prosperar en diversos entornos.

Un estudio reciente publicado por Springer Nature confirma que el avance de la mangosta no se limita únicamente a España. En Portugal, donde los investigadores analizaron tres décadas de datos de caza, la especie alcanzó su punto máximo en 2017 y desde entonces se ha convertido en un depredador estable e influyente, especialmente en áreas donde las poblaciones de presas son vulnerables.

Por qué están preocupados los conservacionistas

Ahora se culpa a la mangosta egipcia por un notable disminución de especies nativas clave, en particular liebres y conejos salvajes, que desempeñan funciones esenciales tanto en la biodiversidad como en la cultura cinegética tradicional. Estas especies ya estaban bajo la presión de brotes de enfermedades como mixomatosis y enfermedad hemorrágica del conejo, y la creciente población de mangostas solo ha empeorado sus posibilidades de supervivencia.

En Portugal, el número de conejos y liebres cazados se ha reducido drásticamente desde 2013, y es posible que España esté siguiendo un camino similar. Los zorros, otro depredador nativo, también contribuyen al declive, pero a diferencia de las mangostas, su propagación se ha mantenido relativamente estable.

Para los cazadores y administradores de tierras de España, el aumento de la población de mangostas representa no solo preocupaciones ecológicas, pero también económicos y culturales, ya que la caza de conejos sigue siendo una tradición rural muy arraigada.

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Respuestas regionales: control sin caos

Para hacer frente a esta creciente amenaza, varias regiones autónomas de España han comenzado a implementar estrategias de control.

  • En Extremadura, ahora se permite la caza controlada de mangostas desde De octubre a febrero, durante el día y con autorización previa. El objetivo: reducir la presión depredadora sobre las especies en peligro de extinción sin perturbar el ecosistema en general.
  • En Andalucía, la mangosta aún no ha sido declarada especie de caza, pero se permite el sacrificio excepcional cuando se presenten pruebas de daños ambientales o agrícolas.

Si bien estas políticas representan un primer paso cauteloso, algunas en sectores cinegético y agrícola permanecen escépticos. Argumentan que las intervenciones esporádicas pueden no ser suficientes y que podrían crear más problemas si no forman parte de un plan de gestión más amplio y basado en la ciencia.

Encontrando el equilibrio entre la conservación y el control

El caso de la mangosta egipcia ilustra un creciente dilema en la gestión moderna de la vida silvestre: cómo preservar el equilibrio ecológico sin provocar consecuencias imprevistas. Los expertos en conservación subrayan la necesidad de colaboración transfronteriza entre España y Portugal, así como el desarrollo de estrategias demográficas a largo plazo basadas en datos.

Controlar una especie adaptable y de rápida propagación como la mangosta no es tarea fácil. Sin embargo, ignorarlo corre el riesgo de perturbar aún más los ecosistemas nativos y el uso tradicional de la tierra.

El camino a seguir requerirá coordinación, investigación y voluntad de actuar antes de que sea demasiado tarde.

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