«Estoy devastada»: una mujer sacrifica a un perro para conservar su apartamento
En Scunthorpe (Reino Unido), una inquilina tuvo que tomar una decisión insoportable: perder su antigua casa o sacrificar a su querido perro. Tras reiteradas quejas por el ruido, Sue Johnson decidió practicar la eutanasia a Patch, su Jack Russell de 14 años, dejándola con el corazón roto.
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La elección imposible de un inquilino
Sue Johnson, una viuda que había vivido en su apartamento durante 15 años, confiaba en su perro Patch para su comodidad y compañía. Pero su arrendador afirmó que los constantes ladridos de Patch estaban alterando la paz. Una queja por ruido reveló 54 ladridos en solo cinco minutos, lo suficiente como para constituir una violación de su contrato de alquiler.
Ante la creciente presión de los vecinos y una carta oficial de advertencia de la autoridad de vivienda, Johnson temía estar desalojado. Para evitar perder su casa, tomó la dolorosa decisión de practicar la eutanasia en Patch.
«Devastado» by the loss
Hablando con El sol, Johnson dijo que estaba «devastada» por el resultado. Patch había sido su única compañera desde la muerte de su esposo. «No tenía otra opción», explicó, diciendo que los intentos de razonar con los vecinos y con su arrendador habían fracasado.
Su decisión ha provocado indignación y debate en todo el Reino Unido, planteando cuestiones difíciles sobre las normas de vivienda, los derechos de los animales y la protección de los inquilinos.
La Autoridad de Vivienda responde
En respuesta a las críticas públicas, la organización de vivienda negó haber ordenado a Johnson que sacrificara a su perro. «Nunca le pediremos a un inquilino que sacrifique a un animal», dijo en un comunicado. «Entendemos el vínculo emocional entre la Sra. Johnson y su mascota y nos solidarizamos con su angustia».
A pesar de esta defensa, los críticos sostienen que las condiciones impuestas a los inquilinos a menudo obligan a las personas vulnerables a tomar decisiones inhumanas.
Un debate sobre mascotas, vivienda y derechos
La tragedia pone de relieve la tensión actual entre las normas de vivienda y el bienestar de los animales. Para millones de inquilinos en todo el mundo, las políticas restrictivas para mascotas pueden poner en peligro su capacidad de quedarse con sus seres queridos, especialmente perros mayores o más ruidosos.
Los defensores del bienestar animal ahora citan la historia de Patch como un ejemplo de por qué se necesitan protecciones más fuertes tanto para los inquilinos como para sus mascotas.

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