Perdió su hogar, pero prefiere dormir en la calle en lugar de dejar a su perro
En Trento, Italia, Alessandro Galvan, de 61 años, lo ha perdido todo: su trabajo, su hogar, pero se niega a separarse de su querido perro, Max. Sin acceso a refugios que admiten mascotas, prefiere dormir en su coche en lugar de abandonar a su fiel compañero.
La historia de Alessandro es una de las muchas que destacan el desgarrador dilema al que se enfrentan las personas sin hogar que comparten un vínculo inquebrantable con sus mascotas. En toda Italia, los refugios públicos prohíben la entrada de animales, lo que obliga a personas como Alessandro a elegir entre un alojamiento temporal o quedarse con su única familia, a menudo optando por lo segundo.

Una lucha compartida por muchos
Las organizaciones de derechos de los animales llevan mucho tiempo abogando por políticas más inclusivas que consideren tanto el bienestar humano como el animal. La falta de refugios que admitan mascotas no solo obliga a muchas personas a soportar las duras noches de invierno al aire libre, sino que también les impide acceder a servicios sociales vitales, como los bancos de alimentos y la atención médica.
Este problema no es exclusivo de Trento, es un problema generalizado desde Nápoles hasta Milán. El invierno pasado, voluntarios de Save The Dogs and Other Animals documentaron historias similares, destacando la urgente necesidad de un cambio. La ausencia de políticas que permitan la entrada de mascotas en los refugios deja a muchas personas sin hogar aisladas y sin el apoyo que necesitan desesperadamente.
«Max es mi hermano, mi compañero de vida»
Para Alessandro, Max es más que una mascota: es una familia. «Es mi hermano, mi compañero de vida», dice, haciéndose eco de los sentimientos de muchas personas sin hogar que encuentran consuelo, amor y compañía en sus animales. Estudios publicados en PLOS UNO confirman que la propiedad de mascotas entre las personas sin hogar ofrece importantes beneficios mentales, emocionales y sociales, a pesar de los desafíos únicos que presenta.
A pesar de los llamamientos a favor de la reforma, las autoridades italianas aún no han implementado cambios generalizados que permitan que las mascotas ingresen en refugios para personas sin hogar. Los grupos de defensa insisten en que los municipios deben colaborar con los servicios de salud para alojar a las personas con mascotas, garantizando que nadie tenga que elegir entre la seguridad y la compañía.
Un llamado al cambio
Las organizaciones de bienestar animal siguen presionando para que se promulguen nuevas regulaciones que permitan a los refugios para personas sin hogar alojar mascotas, con el argumento de que nadie debería tener que abandonar a su fiel compañero por una cama caliente.
A medida que avanza el invierno, Alessandro y Max permanecen en su coche, esperando un futuro en el que puedan permanecer juntos, sin miedo a la separación.

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