Adiós a Tyson, el perro que pasó toda la vida tras las rejas
Ha fallecido Tyson, un perro que pasó nueve años en el refugio de animales Sa Coma en Ibiza sin haber sido adoptado nunca. El veterinario del centro, Miguel Quiñones, compartió un sentido homenaje que conmovió a toda la comunidad.

Olvidado en la vida, recordado en la despedida
«Tyson nos dejó hoy. Lo hizo tal como vivió los últimos nueve años: en silencio, desapercibido para la mayoría, pero profundamente querido por unos pocos», escribió el veterinario Miguel Quiñones en una emotiva carta de despedida publicada en las redes sociales. Tyson, residente desde hace mucho tiempo del refugio de animales Sa Coma en Ibiza, falleció el viernes sin haber encontrado un hogar.
Es el tercer perro mayor que muere en el refugio este año, después de Monty y Rocco, que también han vivido toda la vida en sus perreras. «Se unen a una lista que se está haciendo demasiado larga», señaló Quiñones, y mencionó a otros como Zeus, Junior, Drago, Kinder, Shiva, Senda y muchos más.
«Cada uno deja una marca en el alma»
Quiñones, conocido por sus homenajes públicos a los animales bajo su cuidado, expresó su profunda frustración por un patrón que ve con demasiada frecuencia: los perros pasan toda su vida tras las rejas y solo ganan visibilidad después de la muerte.
«Eran animales maravillosos con personalidades únicas, seres especiales que nadie había visto más allá de las rejas de las jaulas», escribió. «Solo cuando fallecen, cuando escribo estas cartas, salen en las noticias. Pero vivieron sus vidas olvidadas, apenas visibles, sin importancia».
Un problema de responsabilidad
El veterinario expresó su impotencia ante un sistema que sigue fallando a animales como Tyson. «Pasan los años y esto sigue sucediendo. Los refugios permanecen llenos, las personas no asumen la responsabilidad y las soluciones nunca llegan. Tenemos un problema muy grande en este país con lo que llaman «tenencia responsable de mascotas».
Tyson, el guerrero indestructible
Quiñones describió a Tyson como «uno de los perros más obedientes» que había conocido y «un guerrero indestructible». Falleció en los brazos del voluntario que lo sacaba a pasear todos los días durante los últimos años. «Nunca encontró el hogar que se merecía, pero tenía el 'hogar' que podíamos darle. Lamentablemente, eso es más de lo que muchos tendrán».
Aunque no es religioso, Quiñones concluyó con esperanza: «Me gusta pensar que ahora corre libre, y que todos los que se fueron antes que él forman nuestra manada de ángeles».



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