«Un desastre»: los gatos salvajes se apoderan de una pequeña isla francesa y dejan sitiados a los residentes y la vida silvestre
En Molène, una pequeña isla bretona que alguna vez fue conocida por su tranquilidad, la vida se ha vuelto caótica. Con casi 90 gatos salvajes para solo 160 habitantes, los ataques a personas y mascotas van en aumento, y la fauna local está pagando el precio.
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Del paraíso al miedo
Molène, enclavada en el mar de Iroise, frente a la costa de Bretaña, ha sido considerada durante mucho tiempo un refugio tranquilo. Con menos de un kilómetro cuadrado, la isla ofrece casas de piedra, senderos bordeados de flores y una forma de vida dictada por las mareas. Los automóviles están ausentes; aquí, la gente solo viaja a pie.
Pero el paraíso ha cedido el paso al miedo. Los 160 residentes permanentes de la isla ahora comparten su hogar con aproximadamente 70 a 90 gatos salvajes. Lo que antes se llamaba cariñosamente «la isla de los gatos» ahora se ha convertido en una amenaza.
Ataques a residentes y mascotas
Ya se han denunciado al menos cuatro incidentes. En un caso, una mujer que paseaba a su perro fue atacada sin previo aviso por un gato salvaje que saltó de un seto. La mujer, sorprendida, se cayó, se rompió un brazo y tuvo que ser hospitalizada en tierra firme.
Los expertos en animales dicen que muchos de los gatos agresivos son hembras que protegen a sus gatitos a lo largo de las rutas turísticas más populares. Los residentes describen confrontaciones repentinas con gatos gruñidos que atacan tanto a los perros como a sus dueños.
Una amenaza para las raras aves marinas
El peligro no se limita a los humanos. Molène forma parte de un archipiélago que alberga a la mayor colonia europea de petreles de tormenta, pequeñas aves marinas que anidan en madrigueras subterráneas. Estas frágiles especies son particularmente vulnerables a la depredación.
Vincent Pichon, vicealcalde de Molène, no tuvo pelos en la lengua: «Es un desastre».
Se culpa a los gatos de matar polluelos y molestar a colonias enteras, lo que se suma a la creciente crisis ecológica de la isla.
Medidas desesperadas
Las autoridades han empezado a actuar. En las últimas semanas, se han encontrado cinco gatos envenenados, mientras las autoridades presionan por encontrar soluciones humanas. Se está realizando un censo y los propietarios de gatos sin chip ahora se enfrentan a multas de hasta 750€.
También se han iniciado campañas de captura y esterilización, aunque los veterinarios subrayan la dificultad de capturar a los felinos salvajes. Una vez capturados, los gatos son enviados en barco a la isla vecina de Ouessant, donde se llevan a cabo los procedimientos de esterilización.
Sin embargo, hay divisiones profundas entre los residentes: algunos piden medidas más estrictas y otros defienden a los animales. Mientras tanto, el otrora poético apodo de «isla de los gatos» ahora tiene un tono mucho más oscuro.

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